Ciudad de México, jueves 27 de Agosto del 2015
La forma en que se anunció al Tuca como interino no fue la más adecuada. El pasado jueves nos transportamos a aquellos tiempos del noticiero «24 horas», donde todo anuncio oficial se leía desde algún teleprompter propiedad de Chapultepec 18. Afortunadamente, lo más importante es la noticia y no quién la dice.
Se ha resanado y pintado la pared, pero no se han reforzado los cimientos. Se ha tapado el bache con una llanta para que nadie caiga en la vergüenza vial, pero no se ha reparado la calle con sólido concreto. En cualquier momento el muro volverá a agrietarse y el surco a abrirse con la primera tormenta.
Ganar tiempo. Eso es. Sosegar el dolor con un puño de analgésicos para maquillar la palidez sin aniquilar la enfermedad. Dos meses más para adoptar lo que no se pudo elegir en 21 días. Me agrada el optimismo con la llegada de Ferretti. Aplaudo la sincera camaradería, pero conferencias así, he visto decenas cuando nace un nuevo proyecto con dirigentes sonriendo para ser bombardeados por inofensivos flashes.
Deseo de corazón se gane el juego ante Estados Unidos. Pero, ¿después? Después vendrán las verdaderas pruebas con el arranque de la eliminatoria y con el inicio del cuadrangular previo a ese maldito hexagonal que tantos dolores de cabeza causó en el último proceso.
Quien llegue, experimentado o no, mexicano o extranjero, disciplinado o «barco», no tendrá un solo juego de preparación antes de medirse en noviembre a El Salvador y después a Honduras en el infierno de San Pedro Sula, donde pasan cosas raras, y si no, pregúntenle al Chepo por esa sede donde comenzó a desquiciarse.
Ojalá Tuca asumiera todo el proceso. Sería lo más sano. Si ya vistió saco y camisa de cuello almidonado, que Decio intente que firme por los siguientes cuatro años. Total, más rápido cae un hablador que un cojo en tiempos donde para ser bombero, no es necesario primero ser barrendero.
Por: Carlos Guerrero (Warrior)
