En las últimas horas se hizo de conocimiento público el regreso de Hirving Lozano a la Erediviese: liga que lo ayudó a formarse como jugador y que le sirvió de catapulta para probarse en la Serie A italiana, con el Napoli de Diego Armando Maradona.
Ante dicha noticia, la prensa y algunos aficionados saltaron en contra de la decisión del ‘Chucky’ Lozano, diciendo que está retrocediendo en su carrera como futbolista, pues en lugar de seguirse probando en el fútbol italiano, o bien, buscar otra liga de mayor envergadura, como la Premier League, optó por regresar a ese lugar en donde fue feliz.
Periodistas de alta jerarquía como David Faitelson, saltaron de inmediato en contra del jugador, que prefirió la satisfacción de jugar en un lugar donde se sabe querido y valorado, en lugar de aspirar a algo que, probablemente, no le interesa demasiado, como es el reconocimiento y un éxito más allá de lo que significa vivir de lo que le gusta, que es jugar al fútbol.
La peculiar condena de Hirving Lozano, consiste en aguantar el señalamiento perpetuo por parte de quienes capaz nunca patearon una pelota, pero que hoy se sienten con la jurisdicción suficiente como para criticarlo por no ser el mejor en un deporte en el cual México nunca ha tenido al ‘mejor’.
Opinión de Jaime Garza
